“Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo.” (Efesios 6:11)
Estoy segura de que el mejor día de tu vida fue el día en que pusiste tu fe en Jesucristo.
Y a medida que crecemos en nuestra fe y en el conocimiento de lo que Dios realmente hizo por nosotros, nos volvemos más conscientes de lo importante que realmente fue este día.
Ese fue el día en que, literalmente, nuestra dirección eterna cambió de un lugar llamado infierno a un lugar llamado cielo.
Ese fue el día en que la oscuridad se convirtió en luz, el día del cambio del poder de Satanás al poder de Dios.
Ese fue el día en que, según Jesús, hubo una fiesta en el cielo en nuestro honor, un grito de victoria de los ángeles y de los que partieron antes que nosotros.
Pero también fue el día en que comenzó una batalla espiritual muy real.
De hecho, alguien ha dicho que la conversión hace de nuestros corazones un campo de batalla.
Tan seguro como que hay un Dios que te ama, también hay un mal que te detesta, un mal que quiere obstaculizar el trabajo que Dios está haciendo en tu vida.
En la parábola del sembrador, Jesús habló de la semilla que cayó junto al camino y fue devorada por los pájaros.
Él dijo: “[…] “Viene el maligno y arrebata lo que se sembró en su corazón..” (Mateo 13:19)
Esto se llama ataque y es mejor que te prepares para ello.
Si quieres ser un pacifista espiritual, entonces estás retrocediendo, amiga(o).
Tendrás que endurecerte y ponerte la armadura de Dios, porque en esta batalla espiritual, estamos avanzando o retrocediendo.
Estamos ganando o perdiendo.
Por lo tanto, debes luchar para ganar.
Y esta batalla se puede ganar, todo lo que tienes que hacer es marchar con Cristo.
Dios los bendiga